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Perú supera los 100.000 casos de COVID-19 pese a esfuerzos especiales del gobierno

LIMA, (Xinhua) — Anticipando que la llegada del nuevo coronavirus (COVID-19) podía generar consecuencias desastrosas, Perú fue uno de los primeros países de la región en tomar acciones rápidas y contundentes para frenar la vertiginosa propagación de la enfermedad.

En el caso de Sudamérica, Perú fue el primero en declarar una cuarentena obligatoria, desde el 16 de marzo, en el marco de un estado de emergencia que incluyó el cierre de fronteras terrestres y de los espacios marítimos y aéreos, además de la restricción del tránsito en el interior del país.

Pese a su rápida acción, Perú paso de tener su primer caso confirmado, el pasado 6 de marzo, a 104.020 casos este 20 de mayo, manteniéndose como el segundo país de la región con más contagios, superado sólo por Brasil, que tiene a la fecha 291.579 casos de coronavirus y 18.859 muertes confirmadas.

El gobierno sostiene que el elevado número se debe a que la nación registró un incremento sustancial en el número de pruebas rápidas y moleculares, totalizando 715.423 hasta el último reporte del Ministerio de Salud (Minsa), muy por encima a las realizadas en otros países latinoamericanos y caribeños.

Pero la pregunta que muchos se hacen en este momento es, ¿por qué a pesar de la capacidad de respuesta que tuvo desde un principio el gobierno del presidente peruano, Martín Vizcarra, la nación andina registra una cifra tan elevada de contagios por COVID-19?

En conversación con Xinhua, expertos peruanos que han seguido de cerca el tema analizaron los posibles elementos que han conllevado a una mayor propagación comunitaria del coronavirus.

De acuerdo con Eduardo Yong Motta, médico cirujano del limeño Hospital Arzobispo Loayza, aunque las «medidas (de emergencia) fueron buenas», no llegó adecuadamente a las personas, ya que «la comunicación no funcionó y la población no entendió la gravedad de los casos y las posibles muertes».

Consideró que tanto los medios de comunicación del gobierno como los privados «debieron ser agentes epidemiológicos», ser estrictos y desde el principio tratar de «convencer a la gente de que puede morir».

Aunque el número de contagio es alto, unos 3.240 por cada millón de habitante, la cifra de fallecidos en Perú parece controlada, pues hasta la fecha se reportan 3.024 muertes, equivalentes a un 2,91 por ciento de letalidad.

Ese control podría estar asociado al esfuerzo del gobierno hacia el sector salud. Por ejemplo, pasó de tener 247 a 1.000 camas de unidades de cuidados intensivos, mientras que el número de camas hospitalarias ascendió a 10.000; asimismo, habilitó centros de salud exclusivamente para pacientes con coronavirus.

Pero eso no ha sido suficiente para frenar la propagación del contagio en un país de más de 32 millones de habitantes, de los cuales 20,5 por ciento (6,4 millones) se encuentra en pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Es ese uno de los motivos por los que quizás, como dijo Yong Motta, la respuesta social a las medidas de emergencia «ha sido poca», pues la mayoría de los peruanos vive del día a día, y la cuarentena, por más de dos meses, les ha coartado la posibilidad de generar ingresos económicos para subsistir.

Por su parte, Eduardo Arroyo Laguna, decano nacional del Colegio de Sociólogos del Perú, concordó con Yong Motta en que uno de los factores que ha intervenido negativamente, entre otros, es el «problema de la información y la desinformación».

A esto se une que la enfermedad es «democrática» y afecta a todas las clases sociales, especialmente «a los pobres extremos, a los pobres y a los informales».

Consideró, por ejemplo, que muchas personas pobres no pueden cumplir con las prácticas sanitarias para prevenir el COVID-19, pues no tienen dinero para comprar los implementos como mascarillas, alcohol, jabón y otros; o no tienen acceso adecuado al agua potable para lavarse las manos varias veces al día.

Aun así, muchos se atreven a salir para luchar «por su supervivencia», anexó el también miembro directivo de la Asociación Latinoamericana de Sociología.

Se puede mencionar que durante el último mes de la cuarentena, que se prevé culmine el próximo 24 de mayo, se ha podido observar que muchas personas circulan en las calles vendiendo mascarillas de tela, golosinas o, incluso, pidiendo dinero para comprar alimentos.

Todos estos elementos son considerados por los expertos como los que, tras bastidores, han estimulado una mayor propagación del coronavirus en Perú, a pesar de las medidas drásticas que ha tomado el gobierno.

Aunque en días pasados Vizcarra aseguró que el país llegó a «la cima de contagios» y que comenzaría el descenso, los expertos concuerdan en que los resultados demuestran que la realidad puede ser todo lo contrario.

Mientras que Yong Motta asegura que «la proyección es incierta y la tendencia es a crecer», Arroyo Laguna evaluó que «hay nuevas normalidades» que implican seguir cumpliendo medidas de protección y esperar «por lo menos hasta que se encuentre la vacuna y muchos se hayan hecho inmunes».

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